miércoles, setiembre 28, 2005

La historia de Hiroshima (parte 1)

Casi sin darme cuenta, estoy a punto de pasar el tercer fin de mes en mi, ya no tan nuevo, trabajo. Salí del anterior porque para mi ex jefe buscar sistemas, orden, organización y respeto para trabajar es ser "demasiado sensible" (sic).

Recuerdo que me llamaron a una entrevista a pocos días de mi cumpleaños, en la que afortunadamente no tuve que pasar cuatro horas llenando tests de razonamiento verbal, matemático, social, psicológico, turístico, económico entre otros. La que ahora es mi jefa, me pareció una comadre super buena onda, inteligente y lo suficientemente agradable como para pasar en paz por lo menos ocho horas diarias. Este trabajo suponía un cambio en mi carrera, no tan drástico, pero significativo. En pocas palabras, era el reto de empezar de nuevo en un área que siempre fue un misterio para mí.

Las cosas sucedieron de forma tan natural que decidí dejarme llevar y ver qué pasaba. Total? El asunto no era tan comprometedor que no me permitiera, si no me sentía cómoda, regresar a lo mío.

El primer día tuve al salir de casa la misma sensación de "primer día de clases" que tenía cuando era niña. "Bueno pues, seré la nueva" pensaba.

Llegué a mi nueva oficina y conocí a mi equipo: mi jefa y cuatro chicas más. (oh no! sóla con mujeres, de nuevo). Cada una con su estilo... una feliz embarazada, una pseudo fashion (en serio, se esfuerza pero no la hace), una chica buena gente y una china gorda.

Si alguien me hubiera advertido en ese momento que aquel módulo vacío al lado de la china gorda se convertiría en mi centro de operaciones para liberar los más oscuros sentimientos que desarrollé por nadie, no le creía. Asi fue.

Me encontre a la recién ascendida más estresada, neurótica y desubicada del planeta. Creo que la señorita entendió "nueva" como sin experiencia alguna. La pobre no se imaginó que a pesar de ser menor que ella, llevo más tiempo fuera de la universidad trabajando en lo mío y por supuesto con más responsabilidades que las comprendidas por su nuevo cargo.

Jerárquicamente, somos iguales. Pero creyó que me haría pagar un noviciado que pasé hace muchos años. Aún recuerdo cómo cuando aún tenía una PC temporal y compartía el teléfono me decía "pero chica! puedes llamar del fax" (que se encontraba en otra oficina). Sin contar su irritante "pero chica! esa es tu responsabilidad" cuando llevaba tres días y me estaba poniendo al corriente de los asuntos. ¿Quién tiene responsabilidades a los tres días?

Para mi mala suerte, ella era la encargada de ponerme al corriente. Ay Dios! Encima de antipática: BRUTA!!!! Nunca encontre alguien con tantos problemas para ordenar lógicamente las secuencias de un proceso. La niña esperaba tener pan con mantequilla luego de abrir la mantequilla, echarle mayonesa, calentarlo en el hormo, abrir el pan, comprar el pan, untar el pan y comprar la mantequilla en Wong. :S Era desesperante.

Y sus actitudes de "nueva jefa" me llevaron en más de una ocasión a salir de la oficina. Las primeras veces para no darle su dosis de ubicaína (no era la voz hacerse la imagen de la nueva quejosa), otras para no reirme en su cara y finalmente para maquinar alguna maquiavélica forma de ridiculizarla. Lo logré varias veces. Es que la pobre caía redondita y mi jefa, repito, es una persona inteligente.

Afortunadamente, la nenita ya se dio cuenta quién está sentada a su costado, pero aún estoy esperando su contraataque.