sábado, octubre 27, 2007

Claro que se perder... pero me dejaste helada

En los últimos días no hubo mucha comunicación con el colega. Por un lado, estalló una ola intensa de chamba que suponemos terminará a mediados de diciembre; y por el otro, tampoco quería acosarlo.

En paralelo, mis salidas se redujeron considerablemente debido a que estoy cuidando mi (alicaído) estado físico. Entonces he pasado fines de semana casi enteros en casa (sin contar el del censo) que me han permitido descansar lo suficiente, pero también me han llenado de aburrimiento.Y ¿qué pasa cuando uno no tiene muchas cosas qué hacer? Piensa (y a veces, generalmente, se atormenta).

Afortunadamente, el nivel de endorfinas generado por la cantidad de ejercicio que estoy haciendo, equilibra un poco mis estados emocionales. Así que estuve más o menos preparada cuando me cayó el baldazo de agua fría (que supongo también les caerá a ustedes cuando se enteren) que me tenía preparado el destino.

Estaba en casa, el domingo después de la salida almorzando con mi familia. Había venido mi prima favorita de visita, quién estuvo fuera del país casi un mes, y estábamos poniéndonos al día respecto a nuestras vidas. Le estaba comentando, obviamente los últimos acontecimientos con el colega y claro le empecé a mostrar las fotos del almuercito de reencuentro.

Por esas casualidades del destino, uno de mis hermanos entra a la habitación y casi de pasada logra ver una de las fotos en la pantalla (era una en la que aparecíamos los cinco en el restaurante, antes de ir a la casa del colega) y se produce la siguiente conversa:

Hermano: Ah! Justo ayer vi a tu pata por el parque Kennedy. Estaba con su enamorada.
Cándida Catársis (por no decir cojuda): A cual de los dos? (habían dos chicos en la foto)
Hermano: A ese (señalando al colega)
Catársis (incrédula): Estas seguro?
Hermano: Claro, el es el que nos acompañó al estreno de la ópera prima de la hermana de una de tus mejores amigas.
- No quedaba duda, lo recordaba con claridad.

- A Catársis casi se le desfigura el rostro.
- La prima miraba atónita el cuadro. Ella también asistió a la dichosa opera prima.

Catársis (tratando de lucir incólume): Ah si? Su enamorada? No sabía que tuviera enamorada.
Hermano (con la tranquilidad que produce la ignoracia): Pues bueno parecía, estaban caminando por Diagonal con dos chicos más y el la tenía abrazada de la cintura.
Catársis (aplicando preguntas filtro): Pero… los viste agarrando o sólo la tenía abrazada? (igual me parecía raro que abrazara en la calle con tanta naturalidad a alguien – el chico solía ser poco efusivo)
Hermano: Bueno, no los vi agarrando
Catársis (con algo de morbo): Te vio?
Hermano: Si, pero no me reconoció (no era sorpresa, ya que la ópera prima se estrenó hace casi año y medio, el muchacho no tiene memoria de rostros, y tampoco frecuentó mucho a mi hermano)
Catársis (haciéndose la indiferente y mirando a la prima con los ojos más abiertos que nunca): Ah manya!
El hermano salió del cuarto sin imaginar el despelote que se había generado.

Quedé en shock. O sea, yo pensaba que el muchacho se había ofendido (y me azotaba en el camino), creía que le costaba comportarse de una manera más cariñosa, que estaba palteado porque nos conocemos hace mucho tiempo y frecuentamos al mismo grupo desde entonces, y bla, bla, bla. Pamplinas!!!

El chico tranquilito, me había “almorzado” en mis narices, y estaba jugando con doble carta. Bueno, pensé, menos mal me enteré ahora y no cuando hubiera daños (reales) que lamentar.

Pero igual seguía con la duda. La abrazada podía ser su novia, su amiga, su amiguita, su agarre, o su gileo de aquel día. En los últimos casos, no tenía porqué ofenderme. Finalmente, ninguno se había comprometido con el otro; aunque si sentía que existía, o hubiera querido que existiera, una “carta de intención”.

Mi primera decisión fue abortar la misión “colega”, pero antes necesitaba saber (por inseguridad y morbo). Entonces me dediqué a pensar cómo se lo podía preguntar. Quería obtener la info, sin que suene a reclamo, a pelea, a comadre desubicada, y hasta con un tono de amistad (no tenía, ni tengo la intención de renunciar por lo menos a un trato amable en nuestras salidas grupales). Entonces escribí ese domingo:
Yo (por mensaje de texto): Ampay! Con quién andabas anoche abrazadito por el parque kennedy? Manya… Q guardadito te lo tenías ;)

Pasé toda la tarde a la expectativa de una respuesta. Anochecía y no respondía. Cabrón… pensé.
Al día siguiente, entré a mi gmail y salí al toque (porque en el trabajo me registran el tiempo de conexión a páginas web, plop!). Lo pude ver conectado, pero tampoco me atrevía a decir nada más. A las dos horas vuelvo a entrar y tenía el siguiente mensaje en mi bandeja.
El colega (por chat): jajaja, no la tenia guardada, apareció de repente. Consecuencias que le dan alegría a la vida, te invitan a ver el partido y salimos todos abrazados, unos mas que otros por supuesto, besos. bye bye

Estallé en carcajadas. Me pareció una respuesta cool. No lo negó, y me encantó que no lo hiciera. Me pareció sincero. Y aunque no terminé de entender a cabalidad lo que dijo (a mí me pareció un chote, a una amiga no tanto, otra estaba completamente indiganda, y literalmente no dice nada), y algunos crean que tengo serias enfermedades mentales, me tranquilizó mucho su respuesta.

Me dejó buena vibra. Sabía que la próxima vez que lo viera todo estaría en buenos términos. Claro que no voy a negar que ya me había hecho un poquito de ilusión, pero como dice la canción “claro que se perder, no será la primera vez…”

Entonces respondí:
Yo (por correo): vale!!! cuídeseme. bye, bye

sábado, octubre 20, 2007

Segunda cita: ahora la peliculita es en el cine

Luego de aquel primer beso (debo confesar que me siento demasiado fresa refiriéndome así a tal episodio), la conjunción de los astros hizo que nos volviéramos a ver. Nuevamente un asunto de coincidencias.

Tenía una entrada doble para el avant premiere de “Trust the man” (Lo tradujeron como parejas). Gané las entradas semanas antes, el día que fui a “celebrar” mi inexistente aniversario con la rana viendo “Licencia para casarse”. Recuerdo que cuando vimos el reel, tuvo el descaro de preguntar “¿entonces nosotros tenemos que llevar ese curso?”. Fue la última vez que fuimos al cine. Pero ese es otro tema. (sorry, soy toda una masoquista – es inevitable). Bueno, el asunto es que tenía las entradas desde semanas antes. Sigamos.

Cuando me las gané, quedé con una amiga para que me acompañe. Hablé con ella el día anterior y me dijo que no podría ir. Entonces empecé a buscar opciones, antes de animarme por ir sola. Pensé en alguna de las chicas de la oficina, pero nadie había escuchado sobre la película y tenían cosas qué hacer. Sólo una de ellas, con la que tengo más confianza, me dijo que había visto los avances y que le parecía mostra, pero tampoco podía. Los amigos en los que pensé (entre ellos mi causita) tienen novias celosas, pensé en mi otro mejor amigo , pero la última vez que nos vimos seguía con la actitud algo complicada y preferí que esta vez no.

Obviamente, quería evitar llamar al colega. Después de esas peliculitas en su casa y de mi nefasto comportamiento. Osea, la hice malaza y corría el riesgo de que se hubiera ofendido. No tenía muy claro como estaba el asunto. Entonces, invitarlo al cine era como “chuntarla” o quedar descartada completamente con esa cuestión. Me moría de nervios.

Además, era una comedia romántica ¿cómo le iba a decir que me acompañe a ver una película romántica? Me parecía pésimo.

Pero uno siempre tiene 15 minutos de coraje y/o estupidez. Decidí arriesgarme. Finalmente, así sabría más rápido cómo era la nuez. Mandé un correo, como quien no quiere la cosa. El intermedio total. Super buena onda, explicándole cómo había obtenido las entradas, en el papel de la pobre niña que no tiene quien la acompañe, animándolo con la trama de la pela, y claro con su despedida coquetona sobre un mensaje de texto que me había enviado. Nuevamente, ni tan tan, ni muy muy.

Respondió a los cinco minutos. Uffff…. Por lo menos no me quiere aventar de un puente. Eso es bastante. Aceptó, escueto, pero aceptó. Es un chico de pocas palabras. Vale!

Nos encontramos en el cine. Llegó el momento del saludo. ¿lo beso o no lo beso? Qué stress! Ya pues, si estaba en una situación así ¿había que hacerlo bien, no? Lo besé. Me besó. Mientras hacíamos la cola estábamos conversando de nuestro día en el trabajo, algo del almuerzo de reencuentro y huevadas (qué divertido es hablar huevadas, no creen?). Entramos y fue uno de los niños más buenos con el que he ido al cine jamás. Hasta me atrevería a decir que estaba nervioso. Nos cogimos de la mano casi al final, con estos floros del aire acondicionado.

Al terminar la peli, la cosa fue mejorando. Ya se le notaba más relajado y hasta me abrazaba con toda confianza. Eso me tranquilizó. Ok, no me quiere aventar por la ventana, me acompaño al cine y por lo menos podemos caminar en buena onda. Caminamos por horas. Hace tiempo que no caminaba acompañada. Estuvo cool. Hablando de un montón de cosas.

El colega resultaba ser una caja de sorpresas, bastante agradables debo decir. Se hizo tarde, me dejó en la puerta de mi casa. Nos despedimos con el típico “hablamos” y se fue.

Al entrar a mi casa, no sabía que pensar. Me sentía aliviada por un lado, pero lo seguía sintiendo distante. Entonces pensé que tal vez se había sentido comprometido con mi invitación y que estuvo tratando de hacerme sentir bien. Mmmm… yo no necesitaba eso, no si no era cierto. Hubiera preferido que sea completamente franco. Pero tampoco era el momento para hablar tan claro. Recién estaba observando y decidí esperar más, a ver cómo se seguían dando las cosas… después de todo, es un asunto delicado.

martes, octubre 16, 2007

Debí tomar un vino, quizá alguna cerveza…

Luego de un mes, las intenciones de los gavilanes se fueron perfilando mejor.

El asunto pendiente, sí, sí, el de la terapia cumplió su ciclo y no supe más de él, aunque a veces lo veo conectado en el msm. Yo no tengo mucho qué decir. Así que allí nomás.

El ex a simple vista solo quiere pasarla bien, aunque hay detallitos que a veces los salvan de la categoría “amiguito” para convertirlo en “pata”. No lo siento definido aún, en ese sentido. Por eso estuve a punto de pedirle disculpas porque en algún momento sentí que lo usaba como paño de lágrimas y él se dejaba cual abnegado mártir. Pero cuando tuvo el descaro de ofrecerme “masajitos” una noche de sábado. Stop! Ya sabía por donde iba el asunto y francamente, no ando de humor para mr.right now.

El chico de la carrera nike dejó en claro que su interés era el deporte y, por supuesto, tener una acompañante para sus múltiples compromisos. La prueba imbatible fue cuando empezó a llamarme por mi apellido (y me sentí tan aliviada que casi me cuelgo de su cuello).

Tons ¿Quién quedaba por descartar? El colega, el chico del vino, aquel que me parecía una buena opción para compartir mi tiempo en serio, bonito.

Luego del episodio del vino no hubo una sola llamada, un solo correo, ni nada; así que yo estaba relax. Ya no quedan “pendientes” pensaba. Pero no reparé en la proximidad del cumple de un chico del grupo, que podía ser una posibilidad de reencuentro, claro que de la misma naturaleza de siempre: léase tranqui.

Entonces el cumpleañero: mi mejor pata, mi brother, mi causita, me pidió que le organizara el almuercito. Reservaciones aquí, confirmaciones allá, llamando, emiliando y enviando mensajes de texto a la gentita (colega incluído). El almuercito de reencuentro quedó regio y al final apareció la típica ¿dónde la seguimos? Entonces decidimos ir a su casa.

Por alguna razón, hice gala de una serie de detallitos coquetones, y el respondió con bromitas en doble sentido delante de todos en la mesa. Yo, como siempre, lo tomé super natural. Total, broma es broma. Estamos con la gente de la facultad. Nosotros nos tratamos así. No hay nada de qué preocuparse, esto (ni siquiera mi jueguito) no significa nada.

Por otro lado, este chico es el más serio del grupo. Jamás diría nada que lo comprometiera en frente de todos y si este muchacho hace algo es porque estaba pasando algo más.

Fuimos a su casa, a secarnos el twelve pack de Brahmas. De pronto “hay que ver una película”. Ok. Pusimos “Los otros” y aprovechamos los cojines, la oscuridad y la trama para ponernos cómodos. Mi brother apachurraba a mi amiga del alma y el colega me apachurraba a mi (y teníamos a la gata encima).
Se acabó la película y mis patas empezaron a alistarse para irse. Yo no estaba muy segura de irme. Era temprano y mi otra opción era no hacer nada en casa.

En medio de la duda me metí al baño y cuando salí, los alcahuetazos ya me habían dejado. Entonces vino la nueva propuesta “otra peliculita?”. Ok. Vimos “Vanilla Sky”. La situación no varió mucho. Yo apachurrada y con la gata encima (adoro a la gata). Hasta que terminó la película.

De pronto, un movimiento re-estratégico. Ya estaba entre la espada y la pared (rayos! a mi siempre me pasan estas cosas, pensé). Entonces me besó. De hecho yo ya había pensado en la posibilidad (proyectada al 3%, pero posibilidad). Lo besé. No pierdo nada dándome chance, me dije. Y no pensando en la opción de una potencial relación “bisagra” como alguna amiga mía sugirió. Quería hacerlo en serio, con buena intención.

Fue una situación extraña. Si bien, alguna vez, hace algunos años, ya había pensado en él con un ¿por qué no?; estar en la cancha jugando el partido “abruma a cualquiera”. Entonces empezó a hablar (oh! margot!) del día del vino, de las salidas anteriores, de él, de mí. Yo seguía abrumada. Despues de todo, mis reflexiones anteriores no habían cambiado mucho, salvo por una cuestión de actitud (ahora sentía que podía intentarlo).

Hablé algo, pero creo que no dije mucho. Ni tan tan, ni muy muy. Ni siquiera yo habría entendido lo que dije si hubiera estado del otro lado.

Volví a mi casa a las 12 en punto, cual cenicienta. Mi mal-pensamiento decía “Bueno, un agarre entre patas... a veces pasa” y luego aparecía mi conciencia diciendo “¿Y si no?” Mi principal preocupación era no arrastrarlo con mi indecisión.

Concilié el sueño con dificultad, pero dormí tranquila.

sábado, octubre 13, 2007

Guardad celosamente el secreto


Las últimas dos semanas han girado mucho en relación a quién soy. Lo cual comprendo, porque comparto el morbo (y no tengo miedo de decirlo) de todos los que tenemos un blog y/o leemos los de otros.

Desde el principio tomé el anonimato como opción, porque considero que lo importante aquí no es quién soy, sino qué digo. Eso es lo que define mi identidad en el mundo blogger.

Tal vez algunos podrían pensar que es porque no tengo el valor o la honestidad de decirle a la gente lo que le quiero decir. A lo cual solo puedo contestar con dos argumentos: hay cosas que no son necesario decir (porque no aportan nada a ninguna relación y pueden ser leídas a través de otras señales) y que cuando uno quiere decir algo no sólo es importante el fondo, sino la forma.

No creo ser hipócrita (tal vez aquí también entra esa cuestión de los matices). Por ello, es muy probable que la mayoría de cosas que he escrito hayan sido comunicadas a sus destinatarios / implicados reales, aunque con otros términos. Estoy convencida de que cuando uno tiene algo que decir, suele pensar a quién se lo dice para saber cómo. Tal vez es una herencia profesional. Aunque a algunos les podría sonar paradójico: Soy comunicadora, de las publicitarias. Tal vez eso ayude un poco a entender algunas cosas.

Prueba de que no es temor o cobardía, es que hay amigos de mi círculo real (no virtual) que conocen sobre la existencia de este blog y asumieron la responsabilidad de su conocimiento con dos condiciones básicas:
1.- La indispensable confidencialidad del asunto, que se convierte en ítem de conocimiento exclusivo; y
2.- El compromiso de expresar libremente su opinión en este espacio (o decírmela directamente); así como la búsqueda de explicaciones cuando algo no les quede claro antes de malinterpretar mis opiniones o mis sentimientos.

Agradezco a todos aquellos quienes cumplieron con este compromiso, sin embargo no puedo dejar de mencionar mi decepción última al conocer que uno de ellos faltó a la primera condición. Sé que nuestra relación en los últimos meses no fue buena. Sé que se estaba desmejorando en demasía. Pero ese último detalle terminó de matar por completo el último pedacito de estima salvada por el buen recuerdo que podía tener de esta persona, digo de esta rana. Ni modo, parece que esta vez me tocó aprender a golpes. Tarea cumplida!

Por otro lado, debo reconocer que me he acercado a muchos de ustedes, que tienen a bien invertir algunos minutos leyendo este blog-cete, y de verdad les agradezco los comentarios, las palabras de aliento, las opiniones en contra, las nuevas formas de ver las cosas que me han dado, los espacios de discusión que han generado, entre otros.

Estoy descubriendo las ventajas de la amistad virtual, a la que debo confesar aún le tengo ciertas reservas (por eso no suelo asistir a sus reunas, almuerzos, karaokes y demás, porque también comprometen mi identidad). Tal vez me falte procesar un poco más la idea para llegar a ello, espero comprendan. No es cuestión de hacerse la especial como diría alguno, sino una cuestión de propia personalidad, que no tiene nada que ver con mis amigos “virtuales”.

Parte de mi descubrimiento de su amistad es ver cómo sin conocerme física / realmente asumieron implícitamente los condiciones básicos frente al conocimiento de la existencia de este espacio, de la misma manera que mis mejores amigos “reales”.

Entonces, ahora no me queda más que hacerlos cómplices explícitos de este pequeño, pero significativo espacio (para mí por lo menos). ¿aceptan?

domingo, octubre 07, 2007

Cantando el Jai Jai Jipi, Jipi Jai (otro mensaje)

Amor de mis amores, vida mía:

La mejor manera de agradecer todo lo bueno que has hecho por mi, no podría ser menos que comportarme a la altura. A pesar de que tu presencia en mi vida el último año ha sido más que reconfortante, me veo en la obligación de tomar distancia.

En medio de todo el jaleo de los últimos tiempos, no reparamos demasiado en que alguien (muy importante) resultaba notoriamente incómoda con nuestra amistad. Mientras anduve acompañada era difícil, pero ahora me he convertido en una suerte de “peligro latente” y no puedo más que hacerme a un lado. No porque ser amigos sea “malo” o “no-conveniente”; sino porque la novia siempre tiene la razón y punto.

Sabes que mi posición frente a algunas cosas se ha modificado un poco. Por ello, siento y quiero ser coherente con todo eso. Se que no estás tan de acuerdo. Que regir tus acciones en torno a lo que llamas “caprichos” de otra persona es algo que consideras no se debe hacer. Pero yo te digo que sí.

Yo sé lo que ella siente. Ella te quiere, ella confía en ti y aunque yo haya intentado explicárselo y probárselo, aún le resulta dificil pensar que solo somos amigos y sigue pensando en mí como en una “bitchita”. Y con todo cariño te digo: La culpa es tuya! Porque tienes que entenderla, quererla y respetarla, mucho más de lo que ya lo haces, y buscar con paciencia la manera de que lo entienda.

Nuestra amistad no tiene nada que ocultar. Es la más sincera que tengo. De lo contrario no se habría podido mantener, a pesar de todo, por tantos años. Como diría Jerry Rivera (que por ahora también detesto, pero no deja de tener razón para este caso particular) “no cabe el odio entre dos amigos que un día fueron novios”.

Pero a ella le jode y está en todo su derecho. Y si tú no piensas darle el lado que le corresponde, yo si lo voy a hacer. Debemos respetar su proceso. Y en el peor de los casos, retomar nuestra cercanía cuando yo tenga nuevo novio o por lo menos “date” a la vista. (Pondré todo de mi parte para que no pase taaaaanto tiempo, jajaja, pero yo también tengo que terminar mi proceso).

Finalmente, el “sacrificio” no es tanto y te aseguro vale la pena. Vas a conseguir solidificar una relación que te hace feliz, que quieres y valoras. Ergo, vas a ser más feliz.

Ya quedó comprobado que vamos a ser patas hasta que tengamos nietos. Así que no te preocupes por eso. También sabes que voy a estar bien (generalmente tú lo sabes mejor que yo). Así que “no es más que un hasta luego, no es más que un breve adiós”

Un abrazo enorme.
Sé muy feliz ¿ok?

Catártica

P.D.: El título que parece el estribillo de un vals para un amor ingrato, pero en esta ocasión es la mejor manera de dirigirme a un gran muchacho.

miércoles, octubre 03, 2007

Sí, para ti: AMIGO

Lo que viene a continuación es un ejemplo de un nuevo síndrome de amistad que está corriendo entre las ranas. Y ahora hablo de una categoría. Tal vez Mu, Darling y la Girasol se podrán identificar un poco con esta historia, cortesía de una querida catártica que me autorizó la publicación.

Ahora que las aguas están calmas puedo compartir mucho más, con mucho menos hígado. Pero hace un mes, el correo que adjunto pudo haber sido escrito sin ningún problema por mí y por la rana.

EL dice: (pero nunca cumple)
Espero que con el tiempo entiendas que a pesar de que lo nuestro no funcionó también fuimos y somos amigos. Prometo no volverte a escribir, a menos que tú lo hagas, sólo cuando sienta que tengo algo que decir al respecto.

Espero que estés bien, con todos tus proyectos y que tengas un lindo día y un buen fin de semana

Ella lo cuadra: (y lo ubica)
Me mantienes atada a ti y a un sentimiento que no correspondes y eso no es sano. Me afecta mucho más a mí que a ti.

Quizás tú estás triste por perder una amiga. En mi caso perdí muchas más cosas y necesito salir de todo esto, volver a sentirme bien conmigo misma primero y recuperar esa paz que ahora no tengo.Ya no soy esa mitad, que tú insistes en ver en mi. Nunca lo fui, como te dije... más allá de mi amor por ti, no pude y hasta ahora no he podido ser tu amiga y espero que lo entiendas.

Me siento vacía por dentro para darte amistad. Y tu constante presencia solo hace que ese vacío se sienta más grande, y lo sabes. Y es egoísta de tu parte querer forzar a una persona a que te quiera de la manera que a ti más te conviene pasando por encima los sentimientos que tiene por ti. Solo estáspensando en ti una vez más.

Me duele alejarme de ti, y me duele sentirte lejos, pero cerca todavía no tengo muy claro si me estás haciendo bien, obligándome a aceptar tus condiciones de amigo en las que yo gano muy poco y cada vez me pierdo más.

Yo no voy a poder iniciar una nueva relación, ni siquiera sanarme de todo esto hasta que no cierre el capítulo contigo, hasta que no estés en el pasado por completo, mientras tanto sufro mucho cuando me tratas como amiga mientras yo siento otras cosas.

Se que lo vas a comprender y quizás lo tomarás también como un mensaje de Dios en el que la prueba más grande amor hacia mi es dejarme libre y pensar en lo que necesito, no en lo que necesitas tú.

Te amo, y ese hasta ahora sigue siendo el problema.