Hace un par de días me enteré de las maneras que usaba un altísimo funcionario para tratar a su personal.
Frases cretinas como "no me hables como charapa" o "discúlpala, es que su perspectiva charapa no le permite entender estos conceptos" no nos sorprenderían demasiado (Vamos! Vivimos en el Perú!); pero si a esto le agregamos que la historia sucede en una importantísma institución de prestigio indiscutible, de aquellas que proclaman abiertamente: su énfasis en los valores y principios, su compromiso con la sociedad, con la verdad, con la justicia, con la igualdad y con la no discriminación (así como reza nuestra manoseada constitución). ¿Qué podríamos pensar, entonces?
Como era de esperarse, por cualquier profesional que se respete, la persona agraviada presentó de inmediato su carta de renuncia y, por supuesto, la respectiva DENUNCIA del suceso por ser un comportamiento completamente degradante e inaplicable en una institución que pretende cambiar el rumbo del país.
Pero, lo espectacularmente increíble (a mi modesto entender) fue la reacción de los compañeros de la dichosa oficina.
¿Hasta dónde nos comprometemos realmente cuando somos testigos de este tipo de bluffs?
Es que acaso decir "tómalo con calma", piénsalo bien", "no te precipites" con una clara intención de evitar el abandono de ese puesto para no ver incrementadas nuestras labores, puede considerarse apoyo???
O decir "presenta tu denuncia!" y no brindar una mano para que esa comunicación llegue a su destino lo antes posible??? ( Porque si esa no es una situación de urgencia, por favor que alguien me defina alguna!!!!)
A qué extremo puede llegar nuestro apego a la estabilidad, a un sueldo (que muchas veces no es el que uno merece) como para permitir con el silencio este tipo de tratos????
No soy precisamente una idealista, pero mi practicidad no tolera la falta de respeto, la agresión y mucho menos la alcahuetería solapada. Francamente, estoy convencida de que si seguimos viendo este tipo de reacciones no mejoraremos en absoluto.