lunes, setiembre 04, 2006
Como moscas a la miel
¿No les ha pasado que cada vez que empiezan a salir con alguien, todos aquellos flirts, “amigos cariñosos”, ex-novios, compañeros de trabajo o amigos que nunca te dan bola, misteriosamente te empiezan a llamar, invitar cafecitos y saliditas de fin de semana?
Pues, a decir verdad, estoy convencida de que los hombres poseen un radar para apuntar, efectivamente y de inmediato, a esa presa que está “en peligro de perderse”.
¿Cómo se origina? ¿Cómo se enteran?
Es probable que ellos también tengan un sexto sentido que les indica cuando ya no nos interesan y, ¡oh sorpresa!, en ese instantáneo momento se empiezan a interesar.
Obviamente, este cruce de intereses genera una reacción completamente negativa por nuestra parte. Sumado a la abrupta aparición que interrumpe la concentración en nuestro nuevo interés, tenemos ese espíritu revanchista “no será cuando tú quieras”.
Así, solo se confirma aquella premisa de que a los hombres les gusta el maltrato, porque cuando los tratas bien empiezan a creer que pueden hacer lo que quieran contigo. ¡Y no pues!
Entonces continúan una secuencia de intentos fallidos con desastrosos resultados para ambos. Lo que empieza con llamadas no contestadas o mensajes sutiles de “estoy ocupada” podrían terminar en “no me molestes más!” u “ocúpate de tus propios asuntos!”
De allí tal vez se origina el que ellos consideren que “nosotras estamos locas”. ¡Pero no es así! Lo que realmente sucede es que su instinto funciona sin que ellos sean conscientes.
En otras palabras, ellos no saben de nuestro nuevo interés, si se lo decimos sutilmente, no lo entienden, si lo hacemos literal, lo minimizan. Por ello, tampoco entienden la razón de nuestra molestia o nuestro hastío. Conclusión “ellos son brutos” (tema que daría lugar a otro post, o varios).
¿Cómo es posible que siempre estemos cruzados, hombres y mujeres, con nuestros intereses sentimentales?
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