viernes, febrero 09, 2007

El inminente 14 de febrero: crónica de mi mejor cita


Desde hace un par de años, por un asunto de chamba, empecé a ver el día de los enamorados como un día de full stress. De hecho, me sentía muy aliviada de tener que trabajar hasta tarde ese día. Era la excusa perfecta para evitar a todo interesado. Me parecía una fecha demasiado comprometedora en una época en la que lo que menos buscaba eran compromisos.

La mayoría de mis días de San Valentín no fueron muy alentadores. Mi primer "14" con novio fue un desastre. El niño fue “oportunamente” castigado por sus padres (creo que no necesito dar mayores explicaciones) y desapareció a las pocas semanas. Las siguientes celebraciones tuvieron un toque ácido: siempre me terminaba peleando con el novio y, francamente, eso no me motivaba para nada.

A ello agreguémosle que hacer cualquier cosa durante el dichoso día se vuelve imposible. Si vas al cine, hay cuchucientos más haciendo cola, (si, dije cuchucientos y no me gusta hacer colas); si vas a comer o a bailar, quién sabe cuánto tiempo esperes por una mesa o por ingresar al lugar; y si se te ocurre caminar ¡olvídalo! encontrarás a medio Perú (ok, ok, medio Lima) pululando por las calles mientras se prodigan caricias apasionadamente (váyanse a un telo! perdón, esos también están llenos ¿no?) .

Mi soltería oficial se inició en el 2001 y a partir de entonces me sentí más tranquila de solo celebrar el día de la amistad. Entonces empecé a organizar juergas en casa y salidas en grupo para esos días. La mayoría, solteros como yo, lo tomaban de maravilla, aunque nunca falta la amiga huachafa que se siente vacía y miserable por no tener un novio para salir el 14. ¡Santo Dios!

La iniciativa se estaba volviendo costumbre hasta el 2004, que a pesar de todo se convirtió en mi mejor 14 de febrero hasta ahora.

Ese día fui plantada por mis amigas de colegio, ya que las señoritas no se animaban a salir "el 14" en un grupo de chicas solas, a pesar de que era un sábado cualquiera. Nueve de la noche y yo estaba en pijama. Me conecté a Internet dispuesta a tener un pequeño break antes de ver una peli en casa y comer canchita.

Entonces lo encontré. Habíamos salido algunos meses, hace varios meses ya. Recuerdo que esa tarde estuvo conectado, pero aparecía y desaparecía. Luego me enteré que su conexión tenía problemas y que cada vez que se le colgaba el messenger era cuando quería hablarme para saber qué haría.

No grabé esa conversa. ¿o si? Chess, debí grabarla. ¿o no?

Le conté mis excelentes planes para esa noche. Al parecer eran los mismos que los suyos. El pobre no encontró nada mejor para matar el aburrimiento que ir al cine solo durante la tarde (no tengo nada en contra de eso, de hecho, lo hago de vez en cuando; pero jamás el 14 de febrero y menos si es sábado).

Me invitó a bailar y naturalmente acepté. En primer lugar, porque era sábado y quería salir; en segundo, porque me encanta bailar; y tercero porque éramos amigos. Aunque también debo admitir que todavía se me caía la baba por este muchacho.

Pasó por mi casa y tuvo la “suerte” de encontrarse a mis padres en la puerta. Mamá, la más alcahueta de todas, me dejó salir de inmediato; papá tuvo algunos reparos (siempre me hace una rabieta celosa cuando conoce a un chico nuevo no amigo). Entonces aún pedía permiso para salir.

Nos fuimos a bailar y, como era de esperarse, tuvimos los primeros problemas de ubicación. Y ahora ¿dónde vamos? Terminamos en un pub miraflorino con las cusqueñas de ley.

La pasamos excelente. Él, que nunca bailaba, ensayaba un merengue animoso, solo para complacerme. “Me enamoro de ella, me enamoro de ella” entonaba coqueto. Tuvimos las conversa más quemada de la historia, sin drogas ni estupefacientes de por medio, de esas que solo tengo con los colegas. Estaba encantada.

Recuerdo también que por aquellos días acababa de alquilar su departamento de soltero, el cual recién estaba amoblando; obviamente me invitó, pero no fuimos esa noche. Malpensados, no era para tanto.

Lo gracioso es que, a pesar de que hablamos sobre por qué nos distanciamos, por qué se fue, por qué murió, etc., yo había ido con la idea clarísima de que al día siguiente el holograma se desvanecería. Suelo ser muy desconfiada al inicio de las relaciones y mi querido muchacho no me había demostrado que podía confiar en él, todo lo contrario.

Aún así me moría por él y hay cosas que el corazón a veces no entiende. Mi estupidez superaba cualquier intento sensato de razonamiento. Sabía que todo aquello podría ser el floro más barato de la historia, pero ¡rayos! cómo me gustaba escucharlo. La noche terminó, con su beso de por medio (obvio, tampoco una es de piedra) y se me removió todo de nuevo.

Para colmo de males, al lunes siguiente
me lo encontré en la calle, por pura casualidad. Maldición! Lima tan grande y yo me vengo a encontrar con este señor un lunes a mediodía, a media cuadra de la oficina de un proveedor, y encima yo acompañada de uno de mis compañeros de trabajo que también lo conocía.

Obviamente, mi suposición fue cierta. Nos saludó, por lo menos educado era, y me trató como si no me hubiera visto hace dos años. Después no llamó ni se apareció de nuevo.

Afortunadamente pude superarlo pronto. Es más fácil pensar cuando la tentación no está al frente.

Lo bueno de toda esa historia fue que ese año rompí mi mala racha. Ya no la pasé mal, la pasé trabajando o no la pasé, pero por lo menos mal ya no. Vamos a ver, San Valentín, cómo nos va este año, que después de muchos, ando con novio de nuevo.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hello Marinovia :)

Pucha eso nos pasa a tod@s creo, nadie es tan suertud@ de siempre tener pareja para el 14, por lo de este muchacho... pues es mejor que se desaparecio antes de que te siga ilusionando y te use. Si ya lo superaste como lo dices, muy bien por ti!

Ahora tienes novio nuevo :) que bacan!!! Espero la pasen muy bien y que sea un 14 inolvidable...

Un gusto pasar por tu blog.

Un besito con su apapaho.
Cuidate.



Dragón del 96 dijo...

Jajaja, me gusta esa frase "una no es de piedra".

Pues me alegro que sea un 14 distinto, en lo personal, mi romanticismo se cambia de fecha pues hacer algo ese día es imposible... prefiero salir al sgte fin de semana o ir a cenar a algun sitio bonito antes, cualquer día menos ese.

Slaudos.

Y te apunto para la reuna.

shung dijo...

es terriblo tener algo con alguien... luego encontrartelo... pero pero aun es que te diga.. te acuerdas de que paso esa noche??... x__X

Catársis dijo...

Tienes razón mi querido shung... no se que habría hecho si se hubiera comportado como mi "enamorado" al momento de ese encuentro. Después de todo solo habían pasado dos días :S

Imberbe_Muchacho dijo...

aunque tarde...legando al fin... y bureno a veces los "encontrones" son asi... mirar pa lante y seguir caminando...que otro consejo se puede dar...ahhh si, "no seas de piedra" je