No soy tan supersticiosa, pero...
Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh!!!!!
Eso hubiera querido ser mi primera reacción, pero el sonido no se generó. Solamente afronté una silenciosa caída de mandíbula. Así, mi segunda travesía antropológica añonuevera terminó nada más y nada menos que con la impactante sentencia “Quedarás embarazada en febrero”.
Soy consciente de que estas cosas son solo para satisfacer la curiosidad, pero después de los atinados precedentes de 2006, más vale prevenir…. Así que ando pensando cómo mando de viaje a mi novio o, de lo contrario, dónde encuentro la medieval solución del cinturón de castidad, cuya llave pienso pulverizar.
Lo curioso del tema es que hace un par de semanas una compañera de chamba anunció la próxima llegada de su primer heredero y entonces pensé “supongo que si me pasara no sería tan malo”. Total, ya no tengo 16 años, y creo que si bien no he hecho todas las cosas que hubiera querido, he tenido vivencias bastante adecuadas, que no me dejarían con grandes pendientes conmigo misma.
De pronto me aluciné diciéndole a los chicos del trabajo “señores, pronto serán tíos, vayan preparando el baby shower”. Iría a la oficina con mi barrigota y bueno pues no me haría mayores problemas. Igual continuaría con la idea de seguir estudiando, porque no se trata de un colapso cerebral.
También pensaba que 26 años, o 27, no serían una mala edad. Después de todo, podría ser motivo para replantear algunas cosas y de hecho ello ayudaría mucho a mi desarrollo emocional. Incluso calculaba que debía concebirlo en setiembre, de tal manera que pueda lucir mi panza en la playa y que mayo o junio serían buenos meses para el ansiado nacimiento.
Sin embargo en dos semanas muchas cosas pueden cambiar. Precisamente en ese lapso tomé un par de decisiones que definitivamente no contemplaban nuevos protagonistas. Entonces lo que en un inicio se planteaba como una situación manejable, se convirtió en la más aterradora de las amenazas.
“Qué me haría con un calato” pensaba algo preocupada. Entonces me vino la determinación, que la mayoría de las veces termina en reacciones demasiado prácticas y frías de mi parte: “No hay forma”. Es que cuando estoy asustaba me atrinchero en mis trece y no hay quien me saque de allí. Se sale mi lado calculador.
Despertaron también los egoísmos y volví a pensar sólo en mí, en lo que yo quería, en lo que yo pensaba. Vinieron a mi mente cuestiones tan frívolas como: voy a engordar, la distribución de mi presupuesto se verá perjudicada, se me van a detener los planes, no voy a poder mantener mi feliz vida de soltera, etc.
Reconozco que de primera impresión no estaría afrontando el tema con la real importancia que amerita. Se trata de un ser vivo ¿no? No sería justo para ningún hijo que su madre lo vea como ninguna de las cosas que mencioné.
Por otro lado, en toda esta reflexión ni siquiera tomé en cuenta que el niño tendría un padre y que su coautor también tendría que ser considerado en el paquete. No me quiero casar ni mucho menos. Pero igual “el padre”, si así lo decide, estaría presente en adelante, quién sabe en qué condiciones.
Tampoco sería justo que el inocente cachorro tenga que cargar con relaciones extrañas entre sus progenitores y se deba incorporar a estas familias postmodernas que en general no aportan mucho para su crecimiento.
Conclusión, obviamente no es tiempo de enfrentarme a una situación de ese tipo aún. Es claro que no estoy preparada. Así que si conocen donde encuentro el cinturón, solo por si acaso, me avisan ok?
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1 comentario:
en aras de la correcta interpretacion astrologica de tu futuro, me comproimeto a tener sesiones intensivas de practica para el nacimiento de tu bebe. Practicando como seria la concepcion de tu hijo
cosa que ya estas preparada cuando llegue
Todo sea por la correcta interpretacion de los astros!
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