La temporada fuerte continúa, suponemos que la próxima semana bajará la marea.
De mis amigos no supe más como manada, vi a los que siempre veo y algunos se perdieron de vista. Eso me trajo a la mente la cantidad de gente que ha desaparecido de mi vida este año. La mayoría para bien, aunque el algunos casos la partida fue muchísimo (por lejos) más dolorosa.
Este podría ser bautizado como el año de las separaciones. Algunas familiares, otras laborales y las más importantes las personales. En todo este tiempo decidí no involucrarme más con varias personas que en otras épocas fueron más que fundamentales. Curiosamente, todos son hombres (o por lo menos nacieron varoncitos, jaja).
Pensaba en mis amigos de la universidad. Uno que no tuvo mejor idea que involucrarse con una de mis mejores amigas (a la cual por cuestiones laborales ya casi no veo) y portarse malazo. Encima confesarme todas sus “perradas” hablando de una fulana cualquiera sin saber que yo tenía toda la info de primera mano.
El otro de mis mejores amigos cuyo speech no varió en los últimos dos años. Sigue ensimismado en el recuerdo de un amor que solo le hizo daño y del cual no se despegan con el pretexto pésimo de “somos amigos”. No tengo nada en contra de la amistad de los ex, pero si te “calientan” con cierta periodicidad, eso no es amistad por ningún lado.
El otro mejor amigo que ahora me acusa de snob, elitista, segmentadora, posera, entre otros. Que dice que me quiere, pero en medio de todo el stress de sus responsabilidades, vuelve a tener los mismos comportamientos toscos que cuando lo conocí.
Obviamente, la rana, de quién pensé no me querría alejar jamás. Ahora que lo pienso, el problema no fue que se fuera, sino cómo se fue. Creo que eso es lo que me genera más repulsión hacia su imagen y su recuerdo. He tenido miles de reflexiones acerca de sus patologías, discursos, pasado, presente y futuro; y sinceramente ya no quiero saber más, por eso no busco.
De pronto pienso qué pasaría si me lo encontrara. No se si lo evitaría de la repulsión y la vergüenza (de haberme tragado su cuento – tan falso para mi como para él) o si respondería con mi sonrisota irónica mirándolo por encima del hombro (a él y a la comadre de turno). Ya no quiero pensar más.
Lo bueno es que los que se quedaron, se quedaron super fuerte, y son los que ahora me sostienen. Curiosamente, otra vez, todas son mujeres. Como si estuviera buscando refugio subconsciente en mi propio género. No lo sé. En realidad la mayoría (no te ofendas).
Igual continúo en la etapa del re-acomodo, resolviendo el futuro inmediato, en el que habrá que tomar más decisiones (otra vez). Soñando con el viaje y viendo a lo lejos “después del viaje qué”.
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3 comentarios:
Puchas... Creo que esta época es bien triste... Pero lo mejor de todo son esos tesoros llamados AMIGAS.
Cheer up Catarsis.
Darling tiene razón, felizmente tenemos una vida, amigos, trabajo... El recuento del año no puede ser nunca como el imposiblemente apacible de Wesphalen...
Acabo de terminar de fracasar una vez más, te recomiendo que vayas pensando en cambiar el "cinco" por un "seis". Sin embargo, la vida sigue... y creo que tienes un largo camino que recorrer o volar...
Salud darling!
Aunque no creo que esta época sea del todo triste. De hecho ahora hasta me gusta y la disfruto. Tener con quien compartir siempre es importante y es precisamente lo que nos anima.
Doctor que no decaiga el ánimo, si no ¿cómo? La frase celebre que se aplica es "todo pasa por algo" y solo hay que esperar como los chinos para saber por qué.
Muchas gracias por comentar.
Besos
Catársis
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