domingo, agosto 27, 2006
Cerramos el wawawasi... ¿o no?
A propósito de la historia de "el primo" vino a mi mente otro de mis karmas románticos: encontrarme ultimamente envuelta en "relaciones" con chicos más jóvenes.
Parece que el inicio de las versiones de "mayor que yo", en el ares figuran hasta seis, definitivamente marcaron algo en los astros que rigen mi "destino" (sea lo que sea que esto signifique).
Después de que este atrevido jovencito de 23 años manifestara algún tipo de interés, a los tres meses apareció uno de 21, con quién también hubo una historia trunca, y luego de tres meses más, lo más escandaloso, un chico de 19. Plop!
¿Cómo lo hace? ¿Cuál es el negocio?
Sinceramente, no lo sé. Incluso admito que es urgente ubicar cómo es que se genera el interés, para ver si se puede evitar de alguna manera.
En lo personal, reconozco que a veces salir con gente de mi edad me resulta aburrido, tanto hombres como mujeres. Los mismos temas, la misma rutina, sentados bebiendo en alguna casa o pub, hablando de la misma gente.
Por eso comencé a salir con mi prima de 18 años y era definitivamente otra cosa. Más pilas, más desenvuelta, más libre. Poco a poco me fue presentando a sus amigos, algunos de su edad, la mayoría mayores. Los cuáles siempre me preguntaban ¿Qué estudias?.
Al principio me parecía simpático. A qué mujer no se le eleva el ego cuando le dicen "pareces de 22 o 20 años" cuando en realidad tienes varios más. Pero creo que de hecho, una no se imagina estableciendo una relación con tantas diferencias. Tal vez al principio no se noten, pero tarde o temprano lo harán.
Sin embargo, uno de estos jovencitos, el de 21, definitivamente me movió el piso. A pesar de aquella historia trunca, aún somos amigos y eso es demasiada tentación.
Amigo de un amigo de otro amigo. Así lo conocí. Varias salidas en grupo nos acercaron y el chat madrugador, siempre la tecnología de por medio, nos hizo descubrir que teníamos muchas cosas en común. La verdad es que me hacía recordar a mí cuando tenía su edad.
Asumí el papel de la hermana mayor y me interesé por aconsejarlo en todo lo que podía. Tal vez compartir información que a mi me hubiera sido de gran utilidad en el momento en el que él se encuentra. Es un chico con muchos proyectos e intereses y eso me resulta absolutamente estimulante.
Todo cambió cuando en una de nuestras salidas me dijo que quería salir conmigo en otro plan. Sinceramente me cogió de sorpresa. Aún así decidí procesar el asunto, pero se enfrió pronto. Al poco tiempo retomamos contacto como amigos y poco a poco nos re-involucramos en nuestras actividades compartidas. Obviamente, solo desde el chat.
Hace dos semanas, por uno de estos proyectos, nos volvimos a ver. Y aunque al principio traté exclusivamente nuestra agenda, no pude evitar tomar conciencia de que aún me seguía pareciendo muy interesante.
Ahora, esto me pone en una encrucijada tremenda, porque me obliga a enfrentar nuevamente la lucha con mis propios reparos y, como es común en estos casos, no tengo nada claro en absoluto.
Se aceptan sugerencias.
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