lunes, enero 29, 2007

Después de la tormenta

Luego de aquellos nefastos trece días, la crisis continuó por una semana más. Fueron necesarias intensas terapias en las que repetí la(s) historia(s) una y otra vez. “Todo comenzó cuando yo tenía cuatro años…” Y aunque suene exagerado o poco original: ES CIERTO. Siempre fui inestable emocionalmente y eso no es ninguna novedad.



Como a veces comento con mi querida amiga y psicóloga de cabecera la PR (diminutivo de perra, ella me llama FB de “fucking bitch”, ¿no se nota el cariño?), últimamente ambas andamos con la cabeza hecha bolas. Es que las mujeres somos así, que si es poco ¿por qué poco?, si es mucho ¿por qué mucho? En ocasiones resulta sumamente desagradable.

Creo que la tensión por ese proyecto que no me dejaba vivir en paz me afectó más de la cuenta. Sobretodo porque tuve un par de incidentes con mi jefe que me jodieron demasiado. Solo lo miraba a punto de estallar mientras que en una reunión comentaba sobre los colorcitos de mi presentación y mientras en la otra me apuraba con el informe como si fuera el fin del mundo.

Por un lado, si estuviera revisando una pieza gráfica lo entendería. Allí la tonalidad de pantone escogida o una línea más o menos, SI marcan la diferencia, pero no en los grafiquitos de borrador que había preparado. El diseño gráfico lo dejé hace algunos años, si no me falla la memoria.

Por el otro, toda esa semana tuve régimen de 12-13 horas laborales con el fin de terminar las versiones a tiempo, para que el señor se demorara medio día o uno entero en revisarlas. Entiendo claramente que no es el único tema que ve, tampoco era el único mío, pero si eres consciente de que tú retrasas el trabajo, no es muy “decente” presionar al otro para que se apure.

Afortunadamente salí de esa tortura hace una semana exacta y me siento liberada. Sobretodo porque ahora tengo claros varios detalles de “usos y costumbres” de la empresa y ya me puedo dedicar a avanzar.

Si bien, no tuve la mejor de las suertes con el nuevo grupo de trabajo que me tocó, con gente bien relajada, creo que tampoco fue tan malo. Como todo en esta vida, tendrá sus “contra” y también tendrá sus “pro”. De todas maneras, tengo mucha fe y bueno, todo siempre es susceptible de cambio. Veremos.

Mis nuevos proyectos ya son más motivadores y les estoy poniendo harto punch. Algunos de ellos despertaron luego de un profundo sueño, pero ya cumplirán su misión y se irán por fin. Los otros son completamente nuevos y me tienen super emocionada.



De pronto parece que todo decidió ponerse en orden nuevamente.
Yupi!!!!

sábado, enero 13, 2007

Estos primeros días

Año 2007, día 13. Tal vez sea por tradicional superstición, no parece uno de mis mejores días. Para ser específica, me refiero también a los doce anteriores.

Siendo sincera, no la he pasado mal. Hubieron cosas buenas y cosas malas, como suele ser la vida, pero a diferencia de mi actitud durante el año pasado, estos días me he quedado con la sensación de las malas.

Tuve un año nuevo chévere. Empecé, tal como quería, haciendo cosas nuevas. Si pues, nunca había salido con los amigos del novio (y no me refiero al novio actual, sino en general). La razones son muy simples: algún novio solía ser un antisocial sin amigos, o muy pocos; con otros novios teníamos amigos en común, así que no cuentan; y en general mis novios solían acompañarme a MÍ a las reuniones con mis amigos, que son bastantes y pertenecen a diversos grupos. Punto 1: OK.

Sin embargo, desde el 2 la sensación de angustia se instaló en mi ser, casi una semana entera. Estaba nerviosa, tensa, con ganas de llorar.

El viernes 5, gracias a un simpático virus que recorre mi oficina, caí en cama. Estuve durante tres días con una tos para comercial de jarabe expectorante. Ergo, no hubo juerga de fin de semana, ni playa, ni nada. Un dolor de cabeza que se sentía en todo el cuerpo, con sus momentos de fiebre y la orden de “inamovilidad” diagnosticada por mi médico de cabecera: mi padre.

Supongo que eso incrementó mi sensación de angustia y le agregó algo de tristeza, para que luego la inconformidad se manifestara el martes que regresé a la oficina.

La reunión del miércoles 10 anunció que se aplicarían “nuevas políticas”: no msm, internet restringido en contenido y permanencia, horas de ingreso y salida, incluidos almuerzos, controlados meticulosamente y la formación de grupos de trabajo.

Debo confesar, que a pesar de mi conciencia con respeto a la organización y las reglas claras: NO ME GUSTAN LAS PROHIBICIONES. En general, porque me gusta mi chamba y no suelo webear en ella, salvo excepciones, y porque me parece de lo más infantil, escolar, de kinder, además de restringir nuestra posibilidad de elegir.

Cómo que ya estamos grandecitos para saber que si vamos a una oficina y nos pagan un sueldo es para chambear, señores!

Con respecto a los grupos de trabajo… no sep. Estoy en un momento de definición con respecto a mi orientación dentro de la empresa, por lo que el “equipo” determinaría mi rumbo durante este año. Además hay que considerar el asunto de la química en el trabajo, tanto personal como profesional. Ojalá tenga suerte, porque eso de tener gente insoportable al lado, no es una experiencia que quiera repetir.

Encima estoy enfrascada en un proyecto nuevo que no me emociona para nada, justo de ese rubro dentro de la oficina que no me agrada desarrollar, pero ni modo, es un mal necesario.

Por otro lado, amigos muy cercanos salieron de viaje en los últimos días y con aquellos que llegaron del extranjero luego de prolongadas estadías no hemos tenido tiempo para vernos. Eso me tiene triste también.

Por lo visto terminé el 2006 muy bien, pero empecé
este año medio raro. Mis propósitos han perdido la viada
que tenía el primero. Tal vez sean los rezagos del alpinchismo que me acompaño los dos años anteriores o una desafortunada coincidencia por las cosillas que han pasado durante estos días.

Ojalá me pase pronto, porque no es muy agradable andar así.

miércoles, enero 03, 2007

La última de los astros: Voy a ser mamá!!!

No soy tan supersticiosa, pero...
Aaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh!!!!!



Eso hubiera querido ser mi primera reacción, pero el sonido no se generó. Solamente afronté una silenciosa caída de mandíbula. Así, mi segunda travesía antropológica añonuevera terminó nada más y nada menos que con la impactante sentencia “Quedarás embarazada en febrero”.

Soy consciente de que estas cosas son solo para satisfacer la curiosidad, pero después de los atinados precedentes de 2006, más vale prevenir…. Así que ando pensando cómo mando de viaje a mi novio o, de lo contrario, dónde encuentro la medieval solución del cinturón de castidad, cuya llave pienso pulverizar.

Lo curioso del tema es que hace un par de semanas una compañera de chamba anunció la próxima llegada de su primer heredero y entonces pensé “supongo que si me pasara no sería tan malo”. Total, ya no tengo 16 años, y creo que si bien no he hecho todas las cosas que hubiera querido, he tenido vivencias bastante adecuadas, que no me dejarían con grandes pendientes conmigo misma.

De pronto me aluciné diciéndole a los chicos del trabajo “señores, pronto serán tíos, vayan preparando el baby shower”. Iría a la oficina con mi barrigota y bueno pues no me haría mayores problemas. Igual continuaría con la idea de seguir estudiando, porque no se trata de un colapso cerebral.

También pensaba que 26 años, o 27, no serían una mala edad. Después de todo, podría ser motivo para replantear algunas cosas y de hecho ello ayudaría mucho a mi desarrollo emocional. Incluso calculaba que debía concebirlo en setiembre, de tal manera que pueda lucir mi panza en la playa y que mayo o junio serían buenos meses para el ansiado nacimiento.

Sin embargo en dos semanas muchas cosas pueden cambiar. Precisamente en ese lapso tomé un par de decisiones que definitivamente no contemplaban nuevos protagonistas. Entonces lo que en un inicio se planteaba como una situación manejable, se convirtió en la más aterradora de las amenazas.

“Qué me haría con un calato” pensaba algo preocupada. Entonces me vino la determinación, que la mayoría de las veces termina en reacciones demasiado prácticas y frías de mi parte: “No hay forma”. Es que cuando estoy asustaba me atrinchero en mis trece y no hay quien me saque de allí. Se sale mi lado calculador.

Despertaron también los egoísmos y volví a pensar sólo en mí, en lo que yo quería, en lo que yo pensaba. Vinieron a mi mente cuestiones tan frívolas como: voy a engordar, la distribución de mi presupuesto se verá perjudicada, se me van a detener los planes, no voy a poder mantener mi feliz vida de soltera, etc.

Reconozco que de primera impresión no estaría afrontando el tema con la real importancia que amerita. Se trata de un ser vivo ¿no? No sería justo para ningún hijo que su madre lo vea como ninguna de las cosas que mencioné.

Por otro lado, en toda esta reflexión ni siquiera tomé en cuenta que el niño tendría un padre y que su coautor también tendría que ser considerado en el paquete. No me quiero casar ni mucho menos. Pero igual “el padre”, si así lo decide, estaría presente en adelante, quién sabe en qué condiciones.

Tampoco sería justo que el inocente cachorro tenga que cargar con relaciones extrañas entre sus progenitores y se deba incorporar a estas familias postmodernas que en general no aportan mucho para su crecimiento.

Conclusión, obviamente no es tiempo de enfrentarme a una situación de ese tipo aún. Es claro que no estoy preparada. Así que si conocen donde encuentro el cinturón, solo por si acaso, me avisan ok?